viernes, 12 de julio de 2019

EL INFORME DE LA ALTA COMISIONADA MICHELLE BACHELET DESCRIBE EL HORROR DE LAS VIOLACIONES A LOS DDHH QUE VIVE VENEZUELA

El Grupo Ávila siguió con la mayor atención los desarrollos de la visita a Venezuela de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachellet, y examinó el exhaustivo informe que sobre aquella presentó ante el Consejo de Derechos Humanos el pasado 4 de julio.
Dicho Informe se alinea con otros anteriores de esa misma oficina y con el mensaje que dio al asumir su cargo en el que alertaba sobre el peligroso rumbo que venía tomando la institucionalidad democrática en nuestro país y la gravedad del impacto de la actual crisis venezolana en los derechos humanos, la cual es también un factor de desestabilización en la región.

En esta nueva oportunidad hizo no sólo una descripción detallada de las graves violaciones a los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales de los venezolanos que se vulneran regularmente, sino que revela la pavorosa cifra de 5.287  personas asesinadas por las fuerzas de seguridad en el año 2018.

En suma, no hay ningún aspecto de la vida nacional que se haya soslayado en el escrutinio que contiene este informe: las restricciones al espacio democrático; el debilitamiento de las instituciones; la hegemonía comunicacional; la aplicación de torturas; las ejecuciones extra judiciales por las fuerzas de seguridad; los prisioneros políticos; el éxodo de más de 4 millones de venezolanos; la negligencia de las autoridades en investigar con imparcialidad y transparencia las denuncias de torturas, todo lo cual presenta con crudeza la naturaleza y el rostro dictatorial del actual régimen venezolano.

Confiamos que en la venidera sesión del Consejo de Derechos Humanos del mes de septiembre se adopten decisiones como las que se han sugerido en términos de la designación de un Relator Especial para Venezuela; el establecimiento de una Comisión de investigación especial y el eventual envío de este informe a la Corte Penal Internacional.
Caracas 11 de julio de 2019











El Grupo Ávila es una agrupación informal, compuesta por diplomáticos, analistas políticos, profesores universitarios e investigadores en las áreas de relaciones internacionales y las ciencias sociales, preocupados por el acontecer internacional y nacional.

miércoles, 6 de febrero de 2019

Declaración del Grupo Ávila Ante la emergencia humanitaria


Ante los lineamientos trazados por la Asamblea Nacional, a partir del 10 de enero pasado, con vistas a concretar la transición democrática que llevará a la recuperación plena del Estado de Derecho, el Grupo Ávila se suma a los esfuerzos conjuntos del parlamento venezolano y de gran parte de la comunidad internacional dirigidos a paliar la grave emergencia humanitaria que atraviesa la nación.
Frente a esta desastrosa realidad, el Presidente Encargado de Venezuela, diputado Juan Guaidó, informó que la ayuda humanitaria estará, en un primer término, dirigida a los sectores más vulnerables. Sin embargo, alertó que existen indicios que hacen suponer la posible apropiación o desviación de dicha ayuda, por lo cual instó a la Fuerza Armada Nacional a dar su apoyo al proceso de asistencia.
El Grupo Ávila repudia categóricamente el que no se permita, bajo el falaz argumento de no ser necesaria y de atentar contra la soberanía nacional, la entrada de la ayuda humanitaria, al tiempo que condena que en algunos sectores prive el interés particular, aún a costa de la vida de los ciudadanos.
Respaldamos la determinación de la Asamblea Nacional y del Presidente Encargado de la República, diputado Juan Guaidó, de dar inmediata prioridad a la grave situación humanitaria que padece la población. Expresamos nuestro reconocimiento a todos los países y organizaciones que han comprometido recursos para hacer posible la asistencia humanitaria de emergencia a Venezuela. Adicionalmente, confiamos en el respaldo de los sectores de la sociedad civil en todas las etapas de este proceso, incluyendo el acopio, transporte y distribución.
 El Grupo Ávila recuerda la importancia que tienen para el derecho internacional humanitario, los compromisos internacionales relativos al principio de la responsabilidad de proteger a las poblaciones de países cuyos gobiernos no quieren o no están en capacidad de cumplir con el cometido de suprimir o aliviar situaciones graves de carencia de alimentos y medicinas, y frente a la cual la comunidad internacional está obligada a intervenir. 
Caracas, 5 de febrero 2019


jueves, 13 de diciembre de 2018

Ante la inconstitucional pretensión de Nicolás Maduro para asumir un nuevo mandato presidencial



Venezuela transita momentos complejos y decisivos para el futuro político del país. Estamos a pocos días de una fecha clave a partir de la cual la precaria legitimidad formal de la que goza el régimen de Nicolás Maduro, cuyo desempeño ha trastocado los principios y valores democráticos más elementales, dejará de tener sustento constitucional.
Porque la “elección” presidencial que tuvo lugar el 20 de Mayo pasado, no puede ser considerada de ningún modo ajustada a lo establecido en las normas contenidas en nuestra Constitución y las leyes vigentes. 
De allí que la Comunidad Internacional haya entendido tal resultado “electoral” como falso, y en consecuencia, lo desconoció. Así, buena parte de las democracias del mundo no le han concedido credibilidad y mucho menos legitimidad. Para la mayoría de esos países el periodo de gobierno de Maduro culminará en los primeros días del mes de enero de 2019, conforme a nuestro ordenamiento jurídico.
Las acciones que adelante la Comunidad Internacional de cara a la crisis política venezolana antes del 10 de enero de 2019 y, en particular, después de ese día, podrían ser factores importantes de su solución definitiva.
Teniendo en cuenta que el Grupo de Lima ha expresado públicamente su rechazo tanto a la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) y a todos los actos que emanen de ella, así como a los resultados de la fraudulenta elección presidencial referida, por medio de la cual se pretendió reelegir al Presidente Nicolás Maduro para un nuevo periodo presidencial, se insta al Grupo de Lima a adelantar y reforzar acciones de presión coordinadas de cara a las fechas señaladas.
Entre las acciones a desarrollar antes del 10 de enero podríamos sugerir la adopción de medidas que apunten a sancionar los delitos de corrupción, de legitimación de capitales, de movimiento ilícito de capitales y vinculados al narcotráfico, perpetrados desde el gobierno de Venezuela por funcionarios altos y medios, dirigentes políticos y sus socios.
Igualmente, y con posterioridad al 10 de enero, podrían sumarse acciones más severas que apunten al desconocimiento de una eventual e ilegal toma de posesión.
Entre estas medidas podrían mencionarse la activación del Consejo Permanente de la OEA para la aprobación de una resolución por medio de la cual se desconozca la legitimidad de la reelección. Lo mismo podría promoverse en el marco del Mercosur. Ambas medidas podrían implicar acciones de carácter político/diplomático, como el retiro de embajadores.
Ambos escenarios podrían contemplar además un respaldo explícito a la Asamblea Nacional como el único órgano legítimo de la representación popular.
Caracas, 11 de diciembre de 2018

viernes, 13 de julio de 2018

Presentación del libro “ La diplomacia venezolana en democracia 1958-1998”. Casa de América, Madrid. 27.06.2018 Compilador Fernando Gerbasi


Quiero comenzar agradeciendo al Dr. David Alejandro Malavé, Director de Ediciones Kalathos por haberme animado a diseñar y compilar el contenido del libro “La diplomacia venezolana en democracia 1958-1998”. También mi agradecimiento a Artemis Nader, compañera infatigable de David en estas andanzas editoriales.

Para nosotros es sumamente grato realizar esta presentación en Casa de América, que amablemente nos abre sus puertas y, aún más,  por la compañía  de dos dilectos amigos, como lo son Carlos Malamud y Diego Arria.

Este libro pretende recoger el testimonio de aquellos venezolanos que tuvieron responsabilidad en el diseño, coordinación y puesta en práctica de importantes ejecutorias diplomáticas que conformaron lo esencial de lo que fue nuestra política exterior durante el período 1958-1998. Cuando no fue el caso, quienes escriben lo hacen con un profundo conocimiento del tema.

La política exterior que se desarrolló durante el período democrático que va de 1958 a 1998, tuvo su fundamento en lo que establecía al respecto la Constitución Nacional de 1961, por eso fue una política de Estado, que tuvo continuidad en el tiempo y gozó del consenso de las principales fuerzas vivas del país. Ella no respondió a personalismos presidencialistas ni mucho menos a sesgos ideológicos; no fue una política exterior de confrontación, por el contrario fue de diálogo, persuasión y negociación. Respondió a la voluntad integracionista de la región latinoamericana y a la demanda de mecanismos de coordinación y diálogo político. Su norte,  a lo largo de todo este período, fue, de conformidad con la Constitución Nacional, el de “Sustentar el orden democrático como único e irrenunciable medio de asegurar los derechos y la dignidad de los ciudadanos, y favorecer su extensión  a todos los pueblos de la tierra”, por lo que defendimos, en todos los foros internacionales, la democracia representativa como legitimo sistema de gobierno, los derechos humanos, el principio de autodeterminación y repudiamos, consecuentemente, toda forma de colonialismo, ya fuese político o económico, o de segregación racial como el Apartheid.

Son 16 los ensayos que conforman esta presentación de nuestra diplomacia en democracia y los autores, a quienes agradezco su colaboración,  son: Asdrúbal Aguiar, María Teresa Romero, Elías Rafael Daniels, Maruja Tarre Briceño, José Egidio Rodríguez, Rosario Orellana, Andrés Abreu y Verónica Valarino, Héctor Azócar, Vicente Emilio Vallenilla, Leandro Área, Eduardo Praselj, Emilio Figueredo Planchart, Fernando Gerbasi, Frank Bracho, Reinaldo Figueredo y Diego Arria.

Los temas tratados son la promoción y defensa de la democracia como elemento esencial de nuestra política exterior y consecuentemente la efectividad de los derechos humanos; la defensa de nuestras fronteras con los casos de la Reclamación Esequiba y la delimitación de las áreas marinas y  submarinas al norte del Golfo de Venezuela; la cooperación internacional con otros países en desarrollo especialmente con los centroamericanos y caribeños; la  comunicación pública como elemento divulgador de la política exterior; la profesionalización de nuestra Cancillería y los procedimientos para el ingreso de los funcionarios al Servicio Exterior, así como el perfeccionamiento constante de sus conocimientos; el aporte de Venezuela a la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre Derecho del Mar; el éxito de la diplomacia venezolana en las negociaciones que concluyeron con la adopción del Pacto Amazónico; la integración binacional entre Colombia y Venezuela en la década de los noventa cuando pasamos de la confrontación cuasi bélica,  derivada del ingreso indebido de la Corbeta Caldas en aguas interiores venezolanas, a una cooperación global que fue política de Estado, tanto en uno como en el otro país, y finalmente, pero por ello no menos importante, nuestro aporte a la resolución de conflictos internacionales a través de nuestra participación directa en la Comisión de la Verdad de las Naciones Unidas de El Salvador y la puesta en práctica, en el Consejo de Seguridad de la ONU, de la Fórmula Arria.

Debo destacar que de manera transversal en el libro, pero también específica a través del trabajo de Frank Bracho quien fuera su colaborador directo durante varios años,  está presente la figura de Manuel Pérez Guerrero, quizás el venezolano que más influencia haya tenido, por sus profundos conocimientos, tenacidad y capacidad negociadora, en las relaciones internacionales, especialmente en aquellas entre los países en desarrollo y los países desarrollados. Se formó en Europa y trabajó en la Sociedad de Naciones a finales de los años treinta, participó en 1945 en la creación de la ONU de la cual pasó a formar parte de su funcionariado, ocupando prominentes posiciones en varias ocasiones. Pérez Guerrero era conocido en los predios de las Naciones Unidas por las siglas en inglés P.G. de sus apellidos, así lo saludaban y trataban los porteros, los funcionarios y hasta el propio Secretario General. Pero, y quién fue Pérez Guerrero en Venezuela? A los 36 años ocupó el Ministerio de Hacienda entre 1946 y 1948. Al retorno de la democracia en nuestro país en 1958, ocupó el cargo de Director de la Oficina de Coordinación y Planificación, CORDIPLAN, Ministro de Minas e Hidrocarburos con el presidente Raúl Leoni y Embajador ante Naciones Unidas, más tarde sería Ministro de Estado para Asuntos Económicos Internacionales en la primera administración del presidente Carlos Andrés Pérez, y continuaría como Asesor para Asuntos Internacionales en el gobierno de Luis Herrera Campins y de nuevo Ministro  de Estado con el presidente Jaime Lusinchi.

Aquellos que tuvimos la suerte y el privilegio de trabajar con él durante varios años, de aprender de su disciplina y  de su vasta experiencia, mucho le debemos puesto que sin lugar a dudas su influencia, en nuestra política exterior democrática fue decisiva. Fue adelantado en la creación de la OPEP, al punto que al decir de un político venezolano, Manuel Mantilla, si Juan Pablo Pérez Alfonso fue el padre la OPEP, Manuel Pérez Guerrero debe ser considerado el abuelo. Tuvo influencia decisiva en la nacionalización de la industria del hierro y en la de la industria petrolera en 1975, y sus tesis influyeron directamente en todos los programas de cooperación internacional que adelantó Venezuela.

Por limitaciones de tiempo y sin menoscabo de la importancia intrínseca de cada uno de los ensayos que conforman este libro, quiero destacar tres por las razones que expondré.

El primero de ellos es el de María Teresa Romero, quien escribe sobre la Doctrina Betancourt y la defensa de la democracia regional. Ella demuestra como la defensa de la democracia, como principio rector de nuestra política exterior a lo largo de los distintos gobiernos del período democrático, contribuyó a la constitución teórica y práctica de lo que hoy en día se conoce como el Régimen Democrático Interamericano, ello, conjuntamente con la Doctrina Betancourt.  Cito la definición que de ella hizo el propio presidente Rómulo Betancourt: “Regímenes que no respeten los derechos humanos, que conculquen las libertades de sus ciudadanos y los tiranicen con respaldo de políticas totalitarias, deben ser sometidos a riguroso cordón sanitario y erradicados mediante acción pacífica colectiva de la comunidad jurídica interamericana”. El Régimen Democrático Interamericano no es otra cosa que  las prácticas colectivas que conforman los medios para la protección, defensa y promoción de la democracia en nuestra región, especialmente a través de la OEA.

Frente a  las discusiones colectivas de qué hacer ante el gobierno de Maduro por parte de la comunidad americana, y las indecisiones de algunos países al respecto, me permití enviarle este trabajo de María Teresa Romero al Señor Luis Almagro Secretario General de la OEA, por considerarlo esclarecedor sobre la materia, y a mi gran sorpresa me enteré que inmediatamente que lo recibió decidió distribuirlo entre todos los Embajadores, Representantes Permanentes ante la Organización. Quizás su lectura tuvo alguna influencia en la redacción de la Resolución sobre la situación en Venezuela, que adoptó la reciente Asamblea General de la OEA, que tuvo lugar a principios de este mes en la ciudad de Washington D.C.

El segundo ensayo al que me quiero referir, trata quizás del logro más importante y exitoso de la diplomacia venezolana, que no es otro que la creación de la OPEP. Maruja Tarre analiza, con profundidad de conocimiento y de manera brillante cómo se gestó esta idea, el papel que desempeño Venezuela desde los primeros contactos que llevó a cabo Manuel Pérez Guerrero en los años cuarenta hasta la constitución de la propia Organización y posteriormente.  Expone el nacimiento de la Organización en Bagdad, en medio de un clima de violencia que en esos días se vivía en Irak como consecuencia de la caída de la monarquía Hashemita cuyo Rey y ministros fueron ajusticiados, lo que obligó, en un momento dado, a que los delegados se refugiaran en un cuarto del hotel, lo que no impidió que continuaran  con su análisis del mercado petrolero mundial que se encontraba en plena depresión de precios a raíz de la abundante entrada de petróleo soviético al mercado. La OPEP nació el 14 de septiembre de 1960, integrada por Venezuela, Irán, Irak, Arabia Saudita y Kuwait. La ONU reconoce a la Organización en 1962 pero muchos no creyeron en ella, en particular en los países industrializados, dándole poca importancia y augurándole pocos meses de vida.

Un hecho esencial de la OPEP es que a pesar de estar constituida por países con gobiernos muy diferentes e incluso rivalidades históricas entre algunos de sus miembros, éstos aprendieron a colaborar y trabajar juntos en pro de la defensa de los precios. Venezuela, por no participar en los conflictos de Medio Oriente asume, en muchas ocasiones, el papel de mediador entre los miembros; tal fue el caso en lo que respecta a los Estatutos de la Organización, ya que ante propuestas distintas de Irán  e Irak, surgió la propuesta venezolana que fue la que en definitiva se adoptó.

La OPEP no solo se ocupó en sus inicios de las cuestiones técnicas petroleras. Entre otras cosas, le dedicó tiempo a un estudio comparado de las legislaciones laborales y las condiciones socio-económicas en los distintos países, lo que contribuyó, de manera decisiva, a mejorar las condiciones de trabajo de los obreros petroleros en todo el mundo. Por cierto, la OIT influyó en mucho en estos estudios. Ello se pudiera explicar , entre otras razones, porque Alfredo Tarre Murzi, padre de Maruja Tarre, y quien participó en la constitución de la OPEP y fue el primer representante de Venezuela ante ella, también era para la época Embajador ante la OIT, Organización de la que había sido funcionario en sus años de exilio durante la dictadura de Pérez Jiménez.

El tercer ensayo es el de la Fórmula Arria en el Consejo de Seguridad, que es uno de los aportes más importantes de Venezuela a la resolución pacífica de los conflictos. El Embajador Diego Arria  muy amablemente aceptó nuestra invitación para participar en esta presentación y quien mejor que él para que nos explique, para comenzar, lo que significa y los alcances de la Fórmula que lleva su nombre.
Muchas gracias!!!!

Fernando Gerbasi